Los llamados centros o fundaciones de rehabilitación Bethel y Casa del Alfarero, que operan en Bucaramanga, se encuentran en la mira de la administración municipal de esa ciudad ya que entre sus funciones cuentan: “poder cambiar la tendencia sexual de personas LBGTI”, y con ello podrían estar incurriendo en torturas, maltratos y abusos.

Jorge Neira, subsecretario de desarrollo social, declaró en medios, que se han recogido testimonios de jóvenes que habrían sido ingresados a estos centros con ese propósito de “rehabilitación sexual”.

"Dentro de las intervenciones que logramos hacer, identificamos, expresado por ellos, que algunos estaban internados por realizar lo que se conoce en otros ámbitos como ‘terapias de conversión’, es decir, personas a las que se les intenta corregir lo que consideran que no hace parte del componente sexual o identidad de género, es decir, los tenían encerrados, por expresar que eran sexualmente diversas", expresó el funcionario.

Los directivos de estos centros estarían persuadiendo a personas de que sus familiares podrían dejar de pertenecer a la comunidad LGBTI mediante un tratamiento que realizan allí.

"Las familias deben entender que existen personas diversas, ser LGBTI no es una enfermedad y tampoco es un delito. La OMS ha declarado que ninguna de las expresiones de género es una enfermedad, ya está declarado oficialmente, ser una persona sexualmente diversa no es enfermedad, ninguna ley, en el caso de Colombia, configura que haya un delito, las Naciones Unidas y OEA, han confirmado que ser una persona LGBTI es un componente importante, y no son delincuentes y tampoco están enfermos", sostuvo Neira.

Las expresiones de género no están  incluidas dentro de alguna patología o enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud.